Cuando terminamos de comer es muy frecuente sentirnos somnolientos, cansados y sin ánimos para realizar el resto de las labores del día, más si nos encontramos en un lugar tranquilo, fresco y con poco estrés, la fórmula perfecta para una buena siesta. Sin embargo me pregunto por qué me da sueño después de comer.
Esto se llama somnolencia postprandial, se considera normal siempre y cuando su intensidad no afecte las actividades cotidianas. Esta varía en dependencia de cada persona y de sus hábitos alimentarios.

¿Por qué se produce?
Cuando comemos, gran parte del volumen sanguíneo se ubica alrededor del aparato digestivo en detrimento de otras zonas del organismo no implicadas en este proceso, como el cerebro y los músculos, lo cual provoca sensación de cansancio y relajación.
Con las comidas copiosas el [diafragma](https://es.wikipedia.org/wiki/Diafragma_(anatom%C3%ADa%29) se eleva un poco apareciendo respiraciones más superficiales con lo que se acumula dióxido de carbono. Siendo diferente para cada persona.
Por otra parte, la serotonina es un neurotransmisor que se produce a nivel del cerebro en los núcleos de Rafe y el tronco encefálico, aunque el 90% se encuentra en el tracto gastrointestinal. Entre sus efectos positivos está generar placer, sueño y felicidad. Es clave en la regulación del estado de ánimo, el apetito y las funciones cognitivas.
La serotonina se sintetiza a partir del triptófano, un aminoácido esencial (el organismo no lo produce por lo que necesariamente tiene que obtenerlo de la dieta), y esta captación se incrementa cuando ingerimos alimentos ricos en grasas y carbohidratos refinados. Esto incrementa la producción de serotonina y con esto la sensación de relajación y sueño.
¿Cómo disminuir la sensación de sueño después de comer?
Modificando sus hábitos alimentarios. En ocasiones nos saltamos el desayuno o el almuerzo y llegamos a la próxima comida con demasiado apetito lo que nos llevará a una comida más copiosa.
También hay que modificar la calidad de las comidas disminuyendo el contenido de grasas, sobre todo las saturadas, así como los carbohidratos refinados y siempre que se pueda usar los llamados integrales.
Es aconsejable además incrementar el consumo de vegetales y algo de proteínas.
Practicando ejercicios físicos. La actividad física induce a disminuir el estrés, a regular la digestión y sentirnos con más energía. Exponerse a la luz solar activa el cerebro.
Camina un poco después de comer. Caminar después de las comidas mejora la digestión y estimula la función cerebral.
Mantenerse hidratado. Evitará que el cerebro se “sienta cansado.”